El ser humano desea ser inmortal,
lo único que cambia es la manera en que pretende serlo. Los faraones levantaban
majestuosos enterramientos, los griegos y los romanos mandaban retratar su persona
en escultura, en pintura, incluso en mosaicos en el caso de los romanos.
De las líneas precedentes a esta,
se puede deducir que el afán de por parte de los hombres de buscar la
inmortalidad no ha cambiado, y que únicamente ha cambiado la forma de buscar
esta inmortalidad. Ya no nos importa formar parte de las páginas de la historia
porque ¿A quién le importa la historia y la cultura? En un mundo en el que la
lectura de las páginas de los libros se encuentra superada por la lectura de
los titulares de los periódicos deportivos ¿Quién va a acordarse de uno cuando
se encuentre bajo tierra y sea pasto de los gusanos?
Eso es lo que debe de pensar el ex
presidente de España José Luis Rodríguez Zapatero (Valladolid, 1960) que, como
de todos es bien sabido, la creencia en la religión no es uno de sus puntos
fuertes. Aunque eso no debe de importarle en demasía, porque no hay que olvidar
que en el año 2012 anunció que publicaría dos libros de economía (materia de la
que no tiene ni siquiera una ligera noción) pesar de haber dejado a España, a
nuestro país, en la ruina.
Debe ser que es incapaz de
reprimir sus ansias de adivino ya que en Septiembre de 2005 dijo “Se puede
constatar el fracaso del proyecto político de Merkel”, cuando sabemos que, al
poco tiempo, Merkel fue elegida como la canciller alemana y ahora, es la que
lleva las riendas en Europa, aunque con gran disgusto del primer ministro de
Grecia Alexis Tsipras.
José Luis Rodríguez Zapatero no es
amigo de cumplir las promesas. Eso ya ha quedado suficientemente claro. Tampoco
debe de ser un gran amigo de dar la cara, ya que, cuando debía de dar la cara
que fue en su etapa de presidente, se escondía muy bien, por lo menos en sus
últimos días en lo que extrañamente se colocaba delante de las cámaras para
asumir la responsabilidad que, como presidente del gobierno, tenía.
Lo que sí debía de tener era una
gran autoestima, ya que afirmó estar orgulloso con la manera en la que había
dirigido España. Algo en lo que no sé si estarían de acuerdo los españoles,
dato que se reflejó en las elecciones del año 2011 a Mariano Rajoy Brey (Santiago
de Compostela, 1955) ya que el Partido Popular obtuvo la victoria en las urnas,
después de recibir más de 10,7 millones de votos, logando, de esta manera, 186
escaños[1]. Esto
hace suponer el grado de satisfacción que tenían los españoles por la gestión
realizada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero durante sus dos
legislaturas, que estuvieron comprendidas entre los años 2008 hasta el 2011.
Sin la intención de detenerme
demasiado, me gustaría poner como ejemplo algo parecido que ocurre en la
película de El Juez.
En la película de El Juez, dirigida por David Dobkin en
2014 cuyos protagonistas son Robert
Downey Jr. y Robert Duvall nos muestra a un juez (Robert Duvall) enfermo de
alzheimer cuya obsesión es la de pasar a la historia de manera honorable, a
pesar de que se le va a procesar por un juicio de un asesinato.
Pero parece ser que José Luis
Rodríguez Zapatero no se ha dado o no ha querido darse cuenta de que su legado
(si es por eso por lo que va a Iberoamérica) ya se ha hecho. José Luis
Rodríguez Zapatero ya tuvo su oportunidad y lo hizo lo mejor que puedo o, lo
que sería más grave, lo mejor que quiso.
La historia nos ha dejado más
casos de expresidentes de gobierno como, por ejemplo José María Aznar López.
Quien fuera el anterior presidente
de gobierno José María Aznar López escribió en la página 10 del prólogo de Memorias, primer libro en el que se
narran sus experiencias como presidente del gobierno, que nunca ostentará un
cargo mejor que como presidente de gobierno.
Seguramente, José María Aznar,
esté en lo cierto, y que tanto él como José Luís Rodríguez Zapatero hayan
llegado ya a la cúspide en lo que a trayectoria profesional se refiere. Aunque
en el caso del expresidente de gobierno madrileño demuestra que sabe mantenerse
en su sitio ocupándose de impar clases o
escribir libros y no en “hacer relaciones” comprometiendo de esta forma, la
política exterior del país que lo invistió presidente. José Luís Rodríguez
Zapatero es incapaz de mantenerse al margen. Otro claro ejemplo de su
ineptitud.
A lo mejor, aprovechando los aires
de renovación de la monarquía, Felipe VI podría decir a este ex presidente las
mismas palabras que su padre dirigió al ya fallecido presidente de Venezuela en
la cumbre iberoamericana de noviembre del 2007: “¿Por qué no te callas?”.